Una tecnología de riego inteligente permite ahorrar agua y reducir costes
Cada día, se riega el césped en millones de jardines privados, campos de golf y parques municipales, y esto supone un consumo ingente de agua que ejerce una enorme presión ambiental y económica sobre el planeta. «Se ha demostrado que el mantenimiento de los espacios verdes tiene un efecto positivo en el medio ambiente y en nuestro bienestar —apunta Anna Stiatti, coordinadora del proyecto RAINOLVE(se abrirá en una nueva ventana) en la empresa Rain(se abrirá en una nueva ventana), en Italia—. Pero, al mismo tiempo, para que perduren, hay que regarlos continuamente». La clave radica en proporcionar la cantidad justa de agua a fin de maximizar el crecimiento y preservar tanto como sea posible este preciado recurso natural. Con todo, esta tarea puede suponer un reto. «Se deben tener en cuenta diferentes tipos de parámetros y variables como, por ejemplo, la orientación, la humedad, la predicción del tiempo y el tipo de suelo y vegetación del terreno. Combinar todos estos datos para calcular la cantidad mínima de agua necesaria puede ser muy complejo», explica Stiatti.
Tecnología de riego inteligente
En el proyecto RAINOLVE se trató de abordar este reto mediante la aplicación de tecnología inteligente. «Nuestro proyecto comenzó con una pregunta sencilla: ¿cómo podemos controlar mejor el riego del césped en, por ejemplo, un jardín privado? —comenta Stiatti—. Considerábamos que los programas de riego actuales no tenían en cuenta todas las necesidades de la vegetación». Por ello, el equipo del proyecto se propuso desarrollar un sistema inteligente que permitiera regar el césped y las plantas con la cantidad justa de agua, en el momento adecuado. Se construyó un prototipo de controlador de riego que comprende múltiples sensores terrestres. Estos sensores están conectados a una plataforma inteligente en la nube con una vasta base de datos botánicos y agronómicos(se abrirá en una nueva ventana) y, así, se calculan y verifican de forma automática la cantidad exacta de agua, fertilizantes y luz que necesita cada zona del jardín. De hecho, el sistema es capaz de construir un perfil fisiológico para cualquier espacio verde. Los sensores pueden además alertar a los usuarios sobre condiciones meteorológicas adversas, así como advertir sobre la posibilidad de que aparezcan hongos cuando las plantas están expuestas a unas humedad, temperatura y luz específicas. «También desarrollamos el sistema para que sea energéticamente autosuficiente; es decir, puede ser alimentado por el sol o incluso por energía hidráulica, por lo que es más respetuoso con el medio ambiente, sobre todo si tenemos en cuenta que es posible que no siempre haya electricidad disponible en el sitio», agrega Stiatti.
Aprovechamiento del potencial de mercado
Stiatti cree que la nueva tecnología de riego tiene un enorme potencial de mercado. «Desde el punto de vista medioambiental, calculamos que la instalación del sistema RAINOLVE puede suponer un ahorro de agua de 250 litros al año por metro cuadrado de césped —afirma Stiatti—. Esto representaría más de un 30 % de ahorro de agua». Desde el punto de vista técnico, el equipo del proyecto trabaja actualmente para facilitar el uso y la instalación del sistema antes de su comercialización y también se está elaborando la campaña de comunicación. «El riego de jardines es un mercado muy tradicional —explica Stiatti—. No siempre es fácil cambiar los hábitos de las personas». Con todo, la empresa confía en que su innovación irrumpirá en el mercado del riego que, hasta la fecha, ha estado dominado por empresas estadounidenses. «Esto sería bueno para nosotros, bueno para Europa y bueno para el planeta», concluye Stiatti.