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Enacting border security in the digital age: political worlds of data forms, flows and frictions.

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Tener más datos no es la solución para la seguridad en las fronteras

Mientras que el procesamiento de datos en las fronteras aumenta en nombre de la seguridad, impulsado en gran medida por la inteligencia artificial, ¿es hora de plantearse más preguntas sobre el coste que esto supone para la democracia y los derechos?

Para identificar y prevenir el movimiento de personas consideradas potencialmente peligrosas, cada vez se recopilan y procesan más datos en las fronteras nacionales, utilizando cada vez más la inteligencia artificial (IA). Dicha tendencia está generando crecientes preocupaciones sobre la falta de transparencia en torno a los algoritmos de procesamiento de datos, junto con disparidades en el manejo de datos entre los Estados y dentro de ellos. «Las agencias de la Unión Europea (UE) y las autoridades fronterizas nacionales a menudo ven los datos como un solucionador universal de problemas, con escaso debate sobre las implicaciones y la creación de nuevos problemas, lo que obstaculiza los procesos democráticos en lugar de facilitarlos», explica Claudia Aradau, coordinadora del proyecto SECURITY FLOWS(se abrirá en una nueva ventana), financiado con fondos europeos. Al seguir los datos a lo largo de las principales rutas migratorias europeas a través de Francia, Alemania, Grecia, Italia, España y el Reino Unido, el equipo ha demostrado que la datificación no es una tarea estandarizada y sin fricciones. «Cuestionamos la lógica imperante de la datificación, según la cual más intercambios datos generan inteligencia procesable más rica y la IA acelera el procesamiento para garantizar la seguridad fronteriza», añade Aradau, del King’s College de Londres(se abrirá en una nueva ventana), entidad anfitriona del proyecto.

Investigando los impactos de la datificación en las partes interesadas

La UE, motivada por el temor a que la información se filtre a través de la red y por los retos que plantean las bases de datos fragmentadas y complejas, ha puesto en marcha una iniciativa de interoperabilidad(se abrirá en una nueva ventana) para ampliar la recopilación de datos en las bases de datos existentes, a la vez que desarrolla tres nuevas. «Mientras tanto, diversas autoridades europeas utilizan cada vez más nuevas formas de datos recopilados a través de controvertidos controles de teléfonos móviles o del monitoreo de redes sociales. Eso no solo es intrusivo, sino que puede ser falso, obsoleto o ininteligible. Dichos problemas no se reconocen lo suficiente, aunque los actores de la sociedad civil y los académicos adviertan de ellos», señala Aradau. El equipo del proyecto SECURITY FLOWS, financiado por el Consejo Europeo de Investigación(se abrirá en una nueva ventana), combinó la observación participante (acompañando a los abogados y las ONG en su trabajo diario y observando los acontecimientos) con entrevistas a autoridades fronterizas, abogados, ONG, organizaciones de base y migrantes. Eso se complementó con documentación que incluía casos legales, directrices de políticas, materiales de capacitación e informes de investigación. «Descubrimos que los flujos de datos se caracterizan por fragmentación, interrupciones, brechas, falta de comunicación y fallas. En muchos casos, los datos no se recogen, o si se recogen no se comparten, o si se comparten, no siempre son legibles», afirma Aradau. También se descubrió que los datos a menudo se registraban en formatos diferentes, dependiendo del dispositivo digital o del «software» utilizado. Los datos pueden estar en formato papel, lo que requiere digitalización y, a menudo, es difícil combinarlos con versiones nativas digitales. Además, se encontraron datos registrados en múltiples bases de datos nacionales y de la UE, a menudo dispersos y no actualizados. Por ejemplo, aunque las autoridades nacionales registran las huellas dactilares en bases de datos automatizadas de huellas dactilares(se abrirá en una nueva ventana) (AFIS) y en la base de datos Eurodac(se abrirá en una nueva ventana) (la base de datos de la UE para gestionar las solicitudes de asilo), a veces se registran por separado. El equipo también descubrió que la datificación transforma las prácticas laborales de diversas partes interesadas, que ahora requieren muchos recursos.

Se necesita más debate sobre las implicaciones sociales de la datificación

Aradau sostiene que la democracia no debe darse por sentada, sino más bien debe disputarse en espacios físicos y simbólicos, como las fronteras. «La preocupación es que los esfuerzos por exigir cuentas a las autoridades se ven cada vez más reprimidos y criminalizados. Hacer preguntas sobre la seguridad de las fronteras también cuestiona la forma en que la UE entiende la democracia», afirma. Aradau pide tres políticas clave al utilizar tecnologías digitales en los sistemas de justicia y asuntos de interior: En primer lugar, una evaluación por parte de asambleas de expertos y ciudadanos, en que participen personas con experiencias vividas de datos y fronteras, para evaluar la necesidad y el impacto. En segundo lugar, la consideración de las necesidades de recursos. Por último, una mejor supervisión de la interacción entre las agencias europeas y las empresas privadas. «La idea de los datos como solucionadores de problemas es peligrosa, con muchos escándalos sobre prácticas ilícitas de recopilación e intercambio de datos. Resulta esencial conocer mejor los datos tratados, pero también las tecnologías usadas para ello», concluye Aradau.

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