Desentrañar los hilos de la producción de lana entre las vidas locales y el mercado global
La lana es uno de los tejidos más antiguos de la humanidad y, a su vez, un producto básico sorprendentemente moderno a nivel mundial. Desde trajes de lujo hasta tejidos técnicos, recorre vastos sistemas industriales que lavan, hilan, tiñen y comercializan millones de kilos cada año. Sin embargo, a pesar de esta escala industrial, la lana sigue profundamente arraigada en los paisajes locales. Cada vellón lleva la huella de las praderas, los climas y las comunidades donde se cultivó. Esta paradoja —un producto altamente industrializado que no puede separarse de sus orígenes ecológicos— está en el centro del proyecto WOOL, financiado con fondos europeos y coordinado por la Universidad de Aarhus (Dinamarca) en el marco de las acciones Marie Skłodowska-Curie(se abrirá en una nueva ventana). El proyecto, dirigido por la doctora Annika Capelán(se abrirá en una nueva ventana), analiza cómo los entornos locales y los medios de subsistencia dan forma a la industria lanera mundial y cómo esas fuerzas globales, a su vez, transforman los lugares donde viven y pastan las ovejas.
Filmando los mundos de la lana
En vez de recurrir al trabajo de campo convencional, Capelán utilizó la realización colaborativa de películas para explorar las vidas que hay detrás de la lana. El proyecto contó con la colaboración de ganaderos ovinos, grupos indígenas, esquiladores, técnicos de laboratorio y representantes de la industria de Australia, la Patagonia, Lesoto y Sudáfrica. Se invitó a los participantes a compartir sus historias y prácticas, pero también a grabar, comentar y responder a las prácticas cotidianas de los demás, con el objetivo de crear una conmovedora comunicación entre continentes. «El cine en este proyecto no es solo un recurso de presentación, sino que forma parte de la propia investigación», afirma Capelán. «Parto del simple hecho de que toda investigación es una colaboración: las personas, las ovejas, los paisajes, el clima y las herramientas dan forma a lo que se puede conocer». Al mostrar imágenes de diferentes regiones, las personas podían comparar, cuestionar e incluso desafiar las versiones de los demás sobre lo que significa la lana. El resultado es un retrato en capas de un material que es todo menos genérico. El vellón de la estepa patagónica, las tierras áridas del Karoo o las tierras altas de Lesoto no es solo fibra, es el producto del suelo, el agua, la raza, los parásitos y el cuidado humano. Para los sistemas industriales, la lana es una materia prima estandarizada y, aunque este es un aspecto importante de su belleza y calidad como material textil orgánico, también resulta valioso reconocer que cada hebra sigue conservando trazas de su paisaje.
Lugar, poder y responsabilidad
El proyecto también aborda la historia colonial de la industria de la lana. La colonización europea extendió el ganado ovino por los continentes del sur, desplazando a los pueblos indígenas y transformando los ecosistemas. Muchas de las normas y estructuras de mercado que siguen vigentes hoy en día, como los sistemas de clasificación y los índices de subasta, tienen sus orígenes en esas redes imperiales. Al revisar esas historias, el proyecto WOOL muestra cómo el comercio mundial sigue dependiendo del conocimiento, el riesgo y el trabajo de las comunidades rurales. «La sostenibilidad en la lana no puede ser genérica», explica Capelán. «El impacto medioambiental depende de las ecologías específicas del pastizal: biodiversidad, carbono edáfico, estrés hídrico y carga parasitaria. Tratar la lana como si no tuviera sitio en ningún lugar oscurece esas diferencias».
Repensar las cadenas de suministro globales
Fuera del mundo de la lana, el proyecto ofrece ideas para otras industrias que usan materiales naturales. Ello sugiere que las cadenas de suministro deben considerarse como relaciones más que como conductos: sistemas que dependen del suelo, el agua, el clima y la habilidad humana. Según Capelán, la auténtica trazabilidad no tiene tanto que ver con el etiquetado como con comprender cómo los materiales naturales llevan la huella de su origen. Al combinar antropología, ecología y arte, el equipo de WOOL saca a la luz los mundos entrelazados que se esconden tras una fibra aparentemente sencilla y nos recuerda que cada hilo cuenta una historia sobre un lugar, una historia y una inversión personal.