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Risk assessment and integrated ochratoxin a (ota) management in grape and wine

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Estudio sobre la fuente de la contaminación del vino

Ciertos hongos pueden contaminar los alimentos y las bebidas y causar una intoxicación alimentaria por la producción de toxinas. Ahora un proyecto europeo ha investigado la presencia de la ocratoxina A, una micotoxina que hace que el vino se estropee.

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La ocratoxina A (OTA) es una micotoxina que puede dañar los riñones y que se considera cancerígena para los humanos. Durante el proceso de elaboración de los vinos se aplica un control riguroso para detectar su presencia tomando muestras y midiendo su concentración. La contaminación se produce ya en la viña, por lo que al viticultor le conviene aplicar técnicas agrícolas adecuadas para reducir la probabilidad de que se produzcan brotes de los hongos causantes. Los socios del proyecto WINE-OCHRA RISK estudiaron los hongos responsables de esta toxina en el sur de Europa e Israel. Además, investigaron en qué períodos del cultivo es mayor el riesgo de infección. Asimismo, se han elaborado mapas a partir de la distribución geográfica del patógeno fúngico que informan de las zonas viticultoras donde el riesgo es más elevado. Los patógenos causantes eran todas las especies del grupo Aspergillus sección Nigri. Los investigadores constataron que el inóculo se encontraba presente invariablemente en las viñas, pero, como ocurre con la mayoría de patógenos, es oportunista y hay ciertas condiciones que le son especialmente favorables. Un factor destacado era el daño al grano de uva derivado de la penetración de la espora en el sustrato de la pulpa. El daño puede ser abiótico, como resultado de una manipulación violenta del racimo. También puede ser biótico, puesto que existe una gran variedad de patógenos que pueden atravesar la piel de la uva y facilitar la entrada del hongo. Así, la piel puede ser vulnerada por insectos e infecciones microbianas. El período crucial del desarrollo se comprende entre el principio de maduración del grano (envero) y la vendimia. La OTA se encontró incluso en granos que no mostraban síntomas, si bien las concentraciones eran más elevadas en los granos que presentaban los síntomas característicos. El mismo equipo de científicos, de la Università Cattolica del Sacro Cuore de Italia, plasmó la distribución geográfica en Europa e Israel. Se observaron tendencias que podrían ayudar a predecir brotes de la enfermedad. A grandes rasgos, la incidencia aumentaba cuanto más al este y al sur. Esta investigación proporcionó una base considerable para posteriores investigaciones en torno a la incidencia de la OTA en las vides. Como ocurre con cualquier enfermedad, los factores patológicos implicados son complejos y específicos a los requisitos del patógeno en cuestión. Una vía de investigación adicional sería el análisis de datos meteorológicos.

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